La calma también se ahorra
Si estás pensando en invertir y aún no tenés un fondo de emergencia, no lo hagas. Uno de los pilares fundamentales de una buena salud financiera es contar con este colchón de seguridad. Muchas veces se lo pasa por alto, pero puede marcar la diferencia entre una situación estresante y una manejable cuando surgen imprevistos.
Un despido inesperado, una emergencia médica o un problema en tu casa... los imprevistos suceden. Saber que tenés un respaldo económico para afrontarlos te va a dar seguridad y tranquilidad.
¿Qué es un fondo de emergencia?
Se entiende por fondo de emergencia una reserva de dinero destinada exclusivamente (palabra clave) a cubrir gastos inesperados. No es un ahorro para vacaciones ni para cambiar el auto. Su función es protegerte frente a eventos que pueden desestabilizar tus ingresos o tu capacidad de afrontar gastos básicos.
¿Cuánto deberías ahorrar?
La regla general recomienda ahorrar entre 3 y 6 meses de gastos fijos. Esto incluye el costo de tu vivienda (alquiler o hipoteca), alimentación, servicios necesarios, transporte, medicamentos y cualquier otro gasto esencial que no podés dejar de cubrir.
Por ejemplo, si tus gastos mensuales son de $30.000, tu fondo de emergencia ideal debería estar entre $90.000 y $180.000. Claro que esto depende de tu situación personal. Si tenés un trabajo estable y no tenés personas a cargo, quizás con 3 meses sea suficiente. Pero si trabajás de forma independiente, tus ingresos son variables o tenés dependientes, lo más recomendable es apuntar a 6 meses.
¿Cómo empezar?
Armar un fondo de emergencia lleva tiempo, pero como todo en finanzas, lo importante es empezar. Acá algunos pasos para lograrlo:
Calculá tus gastos esenciales mensuales
Anotá cuánto necesitás para cubrir lo básico. Lo mejor es revisar tus gastos de los últimos tres meses y determinar cuáles son indispensables.Definí una meta realista
No te frustres si no podés ahorrar mucho al principio. Incluso $500 o $1.000 mensuales hacen una gran diferencia con el tiempo. También podés aprovechar ingresos extraordinarios como el aguinaldo, el salario vacacional o algún bono, y destinarlos al fondo.Automatizá el ahorro
Si podés, programá transferencias automáticas a una cuenta separada justo después de cobrar. Así evitás tentarte a gastar lo que deberías estar guardando.
¿Cuándo usarlo?
Este fondo no está pensado para caprichos ni para gastos programados. Antes de usarlo, preguntate: ¿Este gasto es inesperado, urgente y necesario?
Si la respuesta es no, entonces no deberías usar estos fondos.
Y si llegás a usar parte del fondo, el objetivo es reponerlo tan pronto como sea posible, para seguir estando cubierta/o ante nuevas eventualidades.
¿Dónde guardar tu fondo de emergencia?
Este punto es clave. Tu fondo debe estar: seguro, disponible y con bajo riesgo. Lo más sencillo es mantenerlo en una caja de ahorro, siempre en la moneda en la que realizás la mayoría de tus gastos. Eso te permite acceder rápidamente al dinero si lo necesitás.
Si tu banco te ofrece opciones de bajo riesgo para generar algún rendimiento (sin comprometer liquidez ni capital), pueden ser una buena alternativa para mitigar la inflación.
Pero no lo olvides: este dinero no está para generar retornos, está para darte tranquilidad.
Un paso clave para tu bienestar
Tener un fondo de emergencia no es solo una recomendación financiera: es una herramienta para cuidar tu estabilidad emocional y económica. Evitás endeudarte en momentos difíciles, reducís el estrés y ganás libertad para tomar decisiones sin presiones.
Empezar puede parecer difícil, pero cada pequeño paso suma. Tu yo del futuro te lo va a agradecer.
LUCIA CARBAJALES